http://www.drjohnnydelcastillo.com/Nosotros.html

martes, 6 de noviembre de 2012

Arte para vestir: Las invenciones modernas de Elsa Schiaparelli


Nadie como ella rompió las reglas de la moda y encarnó a la mujer aristocrática y sofisticada. Para Schiap, animadora y musa de la vanguardia surrealista, la vida fue una convulsa e incesante pasarela.

En 1934 París estaba rebosante de surrealismo, que es tanto como decir de novedades inesperadas. Nada era ya lo que parecía porque cada cosa se había transfigurado e iba adquiriendo significados completamente nuevos, otros, en las relaciones que los integrantes del grupo habían establecido con el mundo. Desde la aparición del Primer Manifiesto Surrealista, lanzado por Breton diez años atrás, en 1924, un relato paralelo iba tomando forma, relato que a mediados de los años 30 seguía vigente -con personajes saliendo y entrando del grupo incluso-, pero dejando claro cómo los surrealistas habían sido capaces de inventar el movimiento de vanguardia más duradero y hasta el más popular y el más mediático.
Algunos de los conceptos básicos de los surrealistas no tardaban en imponerse como dogma. Entre otros, el amour fou, término que daba título a la novela bretoniana de 1937, donde aparecía la célebre frase "la belleza será convulsa o no será", y una forma de amor extravagante en la que el objeto amado puede ser cualquier persona o cosa. O el automatismo, proceso en el cual los pensamientos fluyen, como en un sueño, y que el poeta Robert Desnois muestra en la sucesión de instantáneas con los ojos cerrados que Man Ray, el conocido fotógrafo norteamericano afincado en París, toma en casa de Breton, pope del movimiento.
En ese mismo año de 1934 el propio Man Ray realizaba el retrato de una mujer que por entonces mantenía una relación muy estrecha con algunos artistas en un momento u otro vinculados al grupo. Se trata de una foto elegante, con fondo neutro y pose distinguida, en la cual la mujer, morena y menuda, va vestida con traje de noche plisado, cuya cola parece desplazada hacia la parte delantera de forma casi incongruente, y que se complementa con una especie de capelina de plumas: un pájaro. Esa mujer de pelo corto no era otra que Elsa Schiaparelli, una de las modistas más radicales de los años 20 y 30, capaz de establecer ciertos vínculos con las artes plásticas que su gran rival, la siempre fascinante Coco Chanel, nunca tuvo, ni siquiera buscó.
De hecho, si se apostara por retomar la rivalidad entre ambas en tantas ocasiones citada, sepodría decir que la francesa estuvo más vinculada a la costura en el modo tradicional -alguien que conoce los trucos hasta prácticos del oficio-, mientras Schiap -como se hacía llamar en los círculos chic que frecuentaba- era una diseñadora con poco de artesana y escasas dotes de mujer de negocios. Pese a ello, sus diseños, extravagantes y lúcidos, subyugaron a la más sofisticada sociedad parisina y neoyorquina. Si para Chanel la moda era una misión, para Schiaparelli el diseño de ropa era un proceso casi místico, al servicio de la inspiración misma: la activdad propia de un artista.
"El diseño de ropa no es para mí una profesión sino un arte", comentaba en su autobiografía titulada Shoking Life (1954), echando mano del adjetivo con el cual había bautizado una de sus invenciones más afortunadas, ese shocking pink, el rosa fuerte, que se convertiría en su color corporativo. "Creo que es el arte más difícil e insatisfactorio, porque nada más nacer el vestido se convierte en una cosa del pasado... Un vestido no tiene vida propia si nadie lo lleva y cuando esto ocurre otra personalidad distinta de la tuya ocupa tu lugar y lo anima; lo glorifica o lo destruye, o lo convierte en una bella melodía. La más de las veces lo convierte en un objeto indiferente o incluso en una caricatura triste de lo que esperas que fuera: un sueño, una expresión"

No hay comentarios:

Publicar un comentario