La naturaleza cobra vida en una propuesta que incluye animales, vegetación y reminiscencias 'country'. Indias y vaqueras, africanas y cosmopolitas pero, sobre todo, guerreras.
Los mejores editores de moda del mundo en primera fila y una comunidad de mujeres customizadas por el inconfundible estilo Adrover, las armas del regreso a Nueva York tras siete años de ausencia del diseñador mallorquín. Miguel vuelve con Out of my Mind a la que, según sus palabras, 'es la ciudad que me dio voz'.
Alternativo, rompedor con un espíritu tunning para construir una silueta revolucionaria y crítica montada a partir de camisas, americanas, chaquetas high school para contar la situación convulsa que vivimos.
Miguel Adrover presentó ayer colección en Nueva York. No organizaba un desfile individual desde el 2005. 'La vuelta ha sido muy emocionante' -cuenta el diseñador mallorquín-' he tenido la oportunidad de sacar todo lo que tenía dentro de mi cabeza y de mi estómago durante todos estos años'.
Miguel retorna con Out of my Mind, que habla el mismo lenguaje que le hizo famoso en la ciudad de los rascacielos y que lo elevó, a principios de este siglo, a los altares del diseño de moda internacional como uno de los diez mejores de su generación. La prensa internacional, con la prestigiosa Suzy Menkes a la cabeza se instaló ayer sábado en el teatro Latea de Manhatann.
El casting de periodistas internacionales era impresionante y demostraba que el poder de convocatoria de Adrover sigue vigente a pesar del tiempo transcurrido desde su último show.
Una sala de interpretación llena de encanto neoyorquino donde presentara sus dos primeras colecciones a principios del 2000 esperaba ayer repleta de gente. Buen rollo en el ambiente y expectación contenida por lo que empezaba a suceder.
Casi a oscuras, a las 19,55 horas se oye unos aullidos, un sonido similar al de las películas de indios antes de atacar las caravanas de vaqueros, el sonido viene del backstage. Las modelos, jaleadas por el creador mallorquín a la cabeza, anuncian el comienzo del show. La primera en abrir el desfile es Georgina Ordinas, directora de diseño de Miguel Adrover: 'El grito ha sido idea de Miguel. Me he puesto un poco nerviosa antes de salir porque no soy modelo profesional, pero ha sido muy emocionante y divertido', cuenta Ordinas.
Una comunidad de mujeres raciales montadas en siluetas andinas, africanas, indias o de cowboy, todo con un aire genuinamente pandillero, recorren una pasarela en forma de uve redondeada. Hasta 44 looks diferentes para contar una única historia. 'Es una privilegio que me hayan dado la oportunidad de expresarme a través de la ropa cuando hay tanta gente en el mundo que por vestir de una manera u otra la pueden matar o decapitar. Tenemos tanta suerte de vivir en una sociedad con libertad que no nos damos cuenta de lo que tenemos y no lo aprovechamos', apunta Adrover.
Apoyado por la empresa alemana Hess Natur, con la que hasta ahora colaboraba con una colección cápsula ecológica que presentara por primera vez en 2008, también en Nueva York, Miguel ha desplegado su encanto en zapatos con un toque surrealista, gorras de pandillero y sombreros de madera estilo cowboy. Looks impactantes en los que un abrigo de cuero se convierte en una falda con polisón y varias camisas de cuadros se transforman en un vestido de aire country. Algunas modelos convertían el habitual uniforme de oficinista en un cambio de fichas donde la blazer hacía las veces de falda y las carteras de mano, hechas de cartón guardaban billetes lanzados al aire a lo largo del recorrido con un gesto de indignación. 'Nos movemos por lo que dictan las multinacionales y para mí ha sido un orgullo muy grande poder expresarme otra vez, empezar de cero, cerrar los ojos, ver lo que está pasando y poder dar mi perspectiva', dice Miguel.
Con el look número 19, Sheila Márquez, la top española más internacional, modelo de las mejores marcas de lujo, actual imagen de GAP plasmada estos días en múltiples marquesinas de Nueva York y con una agenda de trabajo muy apretada: 'Mi agencia me avisó que Adrover preparaba el casting para el desfile. Admiro mucho su trabajo y desde un principio, quise participar para apoyarle. Miguel ya fue una revolución en su tiempo y espero que la gente entienda este nuevo trabajo porque en los momentos que vivimos impera lo comercial, pero también es buen momento para resurgir y plantear este tipo de temas'.
El desfile culmina como empezó con el grito guerrero de las 44 modelos. Hay en el ambiente un aroma revolucionario y tranquilo, una vocación de espejo público y la visión que siempre ha caracterizado al diseñador mallorquín. 'No busco un imperio, quiero ser la voz de los que no han podido venir a verme. No me puedo callar, lo siento. No es una crítica es una realidad. La crítica es algo violento y yo busco compartir y construir. También reinterpretar. Me inventé customizar como lenguaje, es otro nivel que va más allá de reciclar', señala Miguel.
Sale a saludar tras el carrusel final de looks, da saltos de alegría y su larga melena serpentea decorada con una pluma guerrera insertada en un mechón de pelo. Es el final de la batalla, le puede la emoción y sonríe al centenar de cámaras mientras aparecen las primeras lágrimas. Se abraza con editores de moda, amigos, que van hacia el final de la pasarela, también emocionados. 'Quiero mucho a Nueva York, esta ciudad me dio la voz, me ha dado todo', dice Miguel.
El 15 regresa a casa tras cuatro semanas de intenso trabajo de preparación del show neoyorquino. 'Volveré enseguida, pero ahora necesito descansar un poco. Mallorca me da la tranquilidad y la oportunidad de estar con mis padres, en contacto con mi tierra, con la naturaleza.'
