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jueves, 27 de septiembre de 2012

Bella Sicilia, por Dolce & Gabbana

La tradición siciliana inunda la pasarela: desde su cerámica hasta sus cestas, su teatro de marionetas, el sol bañando sus calles... Este es el espectáculo de Dolce & Gabbana

 


Sicilia. Comienza el desfile y de pronto, sin saber cómo, estamos en Sicilia por obra y gracia de Dolce & Gabbana. Tradición. Sus costumbres se suben a la pasarela y evocamos su delicioso teatro de marionetas, sus artesanos entrelazando cestas de mimbre al sol, la cerámica que completa sus opíparas mesas... Sicilia.
El color llega ya en las primeras salidas, con vestidos de cinturas bien definidas, con unos estampados muy especiales: los bravos soldados que el teatro siciliano convierte en marionetas, hacen guardia en ellos. Las rayas multicolor nos hablan de jornadas al sol y paseos por la playa, enfundadas en shorts de talle alto, faldas de vuelo y tops livianos, con capazos y sandalias planas como perfectos aliados. Y hablando de compañeros, los pendientes chandelier se muestran más atrevidos que nunca, en versión XXL e inspirados en las ruedas de las carretas sicilianas, mientras los tacones de las sandalias se sostienen sobre piezas de mimbre esculpidas.


Cada prenda es un estallido de vida más abrumador que la anterior. Los vestidos dan protagonismo a las mangas, que ganan en volumen, y se adornan con flores bordadas, que parecen recién recogidas de los soleados campos de Sicilia. Las cestas de mimbre se convierten en bolsos y en vestidos, que llevan en el pecho el nombre de la bella población de Taormina -con referencias a su castillo árabe- y que evolucionan hasta un auténtico esqueleto de mimbre, a modo de escultura.


El color negro, el encaje y las transparencias se presentan con toda su sensualidad, para llevarnos hasta un final épico. Los esqueletos de cestería se convierten en auténticas crinolinas, que llenan las faldas de los vestidos de volumen, como si los lienzos barrocos cobraran vida. En la parte superior, el bustier dibuja las curvas femeninas, esas que nadie entiende tan bien como los Dolce.


Una vez más, la alegría de vivir, el placer y el espectáculo de la moda se dan cita en Dolce & Gabbana.
Domenico y Stefano regresan a la Sicilia de los años 50 para retomar las cinturas marcadas, las gafas redondas y las bandanas en el cabello. A este patrón que se lleva repitiendo algunas temporadas, los diseñadores incorporan nuevos accesorios como maxi-pendientes y zapatos tan coloridos y originales como los estampados y adornos que utilizan. Bordados florales de aire barroco, mosaicos exquisitos y otros dibujos inspirados en elementos de la tradición popular siciliana -como la cerámica o las populares cabezas de Caltagirone- tan recargados como los apliques y borlas que recubren algunas creaciones. En el extremo opuesto, corsés y miriñaques reducidos a estructuras de mimbre dispuestas a la vista sobre la ropa y sacos de arpillera convertidos en vestidos y camisetas. En definitiva, un excelente trabajo, complejo y muy visual.





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