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jueves, 4 de octubre de 2012

El aire de Chanel

Karl Lagerfeld presenta, una vez más, esas prendas por las que suspiraremos durante el próximo verano. Su creatividad no tiene límites y los códigos de la casa se reinventan de nuevo bajo su varita mágica



La creatividad de Karl Lagerfeld no tiene fin, es por eso que cada desfile de Chanel es una muestra de su exquisita imagnación. Y es que, cuando creemos que no puede volver a sorprendernos, Lagerfeld idea un bordado, un estampado, un tejido o un accesorio que nos hace venerarle una vez más. En este caso, un inmenso bolso con un aro doble enmarcándolo, ha sido la sensación absoluta, de tal modo que, a pocos segundos de aparecer en la pasarela, en las redes sociales no se hablaba de otra cosa. Es el efecto Lagerfeld.
Para esta colección el kásier une el mejor chic parisino con el clásico tweed de la casa. Pero este no es el único guiño a mademoiselle Chanel, pues los cuellos bebé en blanco, sobre regios fondos negros, son el recuerdo de la petite robe noir que Coco inventó, basándose en los uniformes del orfanato en el que estuvo de niña.

Y así, el desfil comienza en blanco y negro, con chaquetas oversize y perlas bordadas, las mismas que se convierten en fabulosos maxicollares. Desde estas salidas, con vestidos palabra de honor que a buen seguro veremos en la alfombra roja,  pasamos a unos ajustadísimos pantalones contrapuestos a voluminosas chaquetas y pequeños minivestidos, donde las toreras ponen la dosis de color en azul, rojo y cuadros vichy.


El tweed llega transformado en vestidos y en unos preciosos abrigos en verde esmeralda, para dar paso a un tejido acolchado, que da vida a las sudaderas más chic que podríamos imaginar. Después llegan las flores bordadas en 3D, que parecen salir fuera de los vestidos, como si buscaran el sol que las bañe. Es entonces cuando llega el denim, mezclado con perlas en un coqueto vestido trapezoidal, para dar paso a unas salidas de inspiración pijama. Éstas añaden a la paleta romática un profundo berenjena, azul klein y morado. Tras ellos vuelve el tweed, multicolor en este caso, junto a unos vestidos de líneas amplias, mientras las modelos sostienen grandes pamelas de pvc.


A continuación, las transparencias en negro hace acto de presencia, con cierto aire 60's -fomentado por las sandalias de rayas- y acompañadas de aplicaciones de gasa, a modo de delicadas plumas. Y cuando el negro parece adueñarse del desfile, Karl da un nuevo giro y un luminoso blanco desgrana una serie de delicados vestidos con brillantes flores bordadas, en un trabajo delicioso. Sin duda son prendas que también serán candidatas a la alfombra roja, pues ninguna celebrity va a resistirse a su delicadeza.


Como vemos, el imaginario de Lagerfeld es infinito, y gracias a él tenemos colecciones con tantos elementos diferentes, que se unen y cobran significado gracias a su incomparable sentido de la moda, y, lo que es más importante, del estilo.

Con toda la pasarela parisina expectante ante el debut de Hedi Slimane para Saint Laurent, Karl Lagerfeld no parecía dispuesto a rendir tributo a otra 'maison' que no fuera la suya. El diseñador que hizo toda una declaración de intenciones cuando colgó en su tienda de la Rue Cambon un dibujo en el que podía leerse 'No smoking here', sustituyendo el consabido cigarrillo por la prenda icónica de YSL, ha preferido revisitar su propio clásico: el traje de tweed. Mientras algunos de sus colegas han abierto sus desfiles con un esmoquin en claro homenaje al nuevo contrato de Slimane, 'el Káiser' ha centrado su propuesta en una actualización de uno símbolo de Chanel. Partiendo del patrón clásico, el diseñador juega con las formas 'oversize', la incorporación de nuevos tejidos y las texturas acolchadas. En cuanto a los accesorios, las perlas, rescatadas de algunas de sus propuestas anteriores, salpican algunos diseños o se ajustan al cuello y a las muñecas; en los pies, se mantienen las plataformas de otras temporadas y el PVC hace acto de presencia en algunas sandalias y en el ala XXL de los sombreros de tipo cordobés. Mención aparte merecen los mitones de cuero, sello inconfudible de autor.

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