Japón reinventado por Prada

Prada nos vuelve a sorprender con su colección, basada esta vez en el Japón de los años sesenta. Con referencias a sus prendas tradicionales, Miuccia ha reinventado su estética para trasladarla al siglo XXI

Miuccia Prada puede tomar caminos tan diferentes como la inspiración 50's de la primavera pasada, con esas sandalias llameantes ante las que caímos rendidas, o las referencias a Josephine Baker de 2011. Miuccia pasa de los accesorios de pvc a los vestidos estilo años veinte. Miuccia imagina sin cesar, pero siempre conduce sus ideas hasta sus últimas consecuencias, la inspiración es total y el discurso completo, ahí reside la clave de su éxito.

Prada nos hace viajar hasta el Japón de los años 60, inventando a las cyber-geishas del siglo XXI. Con un comienzo en color negro, Miuccia empezaba su fantasía japonesa con chaquetas de líneas simples y minifaldas asimétricas, acompañadas de aplicaciones florales. Del negro nos adentramos en un profundo verde, para continuar con grandes abrigos en los que perderse. Los vestidos se rinden a un estampado floral en tonos corales, que se desdibuja, emulando los efectos de las acuarelas de la estampa japonesa.

El juego de patrones más interesante ha llegado con los tops, en una superposición de volúmenes que parece el resultado de la deconstrucción de un kimono. En suaves rosas y pálidos verdes, sus acabados brillantes contrastaban con los cálidos abrigos y estolas de pelo, que en rosa y negro parecían rescatar la inocencia de un peluche.

En este desfile, los elementos clásicos de la tradición japonesa están presentes, pero reinterpretados por la mente de Miuccia. Así, sus geishas llevan enormes plataformas o envuelven sus pies, no en vendas de tortura, sino en telas metálicas que se adornan con femeninos lazos. Sostienen coquetos bolsos de mano, llevan el pelo a lo tomboy, se pintan los labios de rojo y lucen gafas con monturas de flores.